Hoy hablaremos del perdón. Y tenemos que reconocer que cuando pensamos en esta palabra, pensamos en a quién vamos a perdonar, quién nos ha hecho daño pero merece nuestro perdón. Hoy no es así, hablaremos del perdón a uno mismo, porque si no nos perdonamos a nosotros mismos, nunca podremos perdonar al prójimo.
¿Y porqué necesitamos el perdón? Porque cada uno de nosotros se ha condenado a si mismo, hemos intentado resolver nuestro odio hacia nosotros mismos proyectando en los demás la responsabilidad por nuestros problemas. Cuando han surgido dificultades o nos han venido las cartas mal dadas, para salvaguardar nuestro ego hemos trasladado la culpa y la responsabilidad a otras personas, pero nosotros somos el inicio y el fin de todos nuestros problemas.
Y el principio, es un camino solitario. Se trata de asumir la responsabilidad última por todo lo que ocurre en nuestra vida. Se trata de aceptarme como realmente soy, sólo a partir de un reconocimiento interior claro y sincero, podré hacer las paces conmigo mismo. No se trata de buscar en el exterior las causas de mi malestar o de mi alegría, todo aquello que veas fuera se ha originado dentro de ti.
Se trata de buscar la verdad dentro de nuestro corazón, de ser honrados con nosotros mismos, de no enjuiciar, de no atacar a otras personas, pues un ataque verbal no es otra cosa que una defensa, un reconocimiento implícito de que algo no está bien, y un traslado de tu malestar a otra persona responsabilizándola por lo ocurrido.
No hay otro perdón que el perdón interior, porque sin él, todos los demás no tienen sentido..
Comentarios recientes